La gran entrada a la Baixa, el gran hall de Lisboa, es, sin duda, el Terreiro do Paço, el lugar donde estaba el palacio, la Plaza del Comercio. Erguiéndose frente al Tajo, hermosa, enorme, recibiendo al visitante está la plaza mayor de Lisboa, apabullante, queriendo decir, esta es la entrada, imagina las bellezas que se esconden tras el arco del triunfo que da acceso a la rua Augusta, el paseo principal y peatonal de la Baixa.
Durante las obras. Aún así, bellísima. |
La enorme plaza, piedra angular para el diseño de la Baixa, ocupa el lugar donde en tiempos se erigía el palacio real, destruido, como casi toda la ciudad en el famoso terremoto del día de todos los santos de 1755, y desde ella se se diseñó la reconstrucción de la parte más cercana a la orilla del Tajo por el marqués de Pombal.
Es posible que, estando en Portugal, se tenga la sensación de que, aparte de Vasco de Gama, Pombal, Saramago y Pessoa, no han existido más portugueses. Aviso, no es cierto.
Pombal, el hombre que lleva Portugal a la modernidad, ordena reconstruir la ciudad y en la Baixa se experimenta con construcciones anticipadas a su tiempo, prefabricadas y ensambladas en el sitio para ganar tiempo, traídas de fuera de Lisboa y montadas alrededor de la increíble gayola pombalina, una estructura de madera inspirada en el casco de los barcos para que los edificios, aprovechando la flexibilidad natural de la madera, basculen, pero no caigan. La genial idea, con los arquitectos Carlos Mardel y Manuel de Maia al cargo, bajo la supervisión, el supervisaba TODO en Portugal, de Pombal,permiten la construcción de una ciudad moderna, ortogonal, con edificios iguales y calles que se cortan en ángulo recto, con locales comerciales en los bajos, terrazas en el primer piso y acabados en buhardillas que hoy, aún, tres siglos después son los que vemos, salvaguardados de los terremotos por tal acierto arquitectónico y que tan característica resulta a los ojos profanos que la vemos.
La Baixa y su trazado rectilíneo. Al fondo el arco triunfal y el Tajo. |
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