sábado, 1 de diciembre de 2012

Lisboa. La Baixa.(1)

Cuando viajas a Lisboa, quizá la zona donde más turistas puedes ver, es la Baixa. Se concentran docenas de idiomas en el área más cómoda de pasear de Lisboa, al ser plana, contrariamente a casi el resto de la ciudad de las siete colinas. También es curioso, ahora que lo pienso, que algunas de las ciudades que más me gustan, Roma, Madrid, LIsboa, estás edificadas sobre siete colinas. Eso tiene que tener explicación, seguro.
La gran entrada a la Baixa, el gran hall de Lisboa, es, sin duda, el Terreiro do Paço, el lugar donde estaba el palacio, la Plaza del Comercio. Erguiéndose frente al Tajo, hermosa, enorme, recibiendo al visitante está la plaza mayor de Lisboa, apabullante, queriendo decir, esta es la entrada, imagina las bellezas que se esconden tras el arco del triunfo que da acceso a la rua Augusta, el paseo principal y peatonal de la Baixa.

Durante las obras. Aún así, bellísima.
 
Qué gran decorado, que escenario para desembarcar en Lisboa, cuando era la capital de un gran Imperio. Luego se usó como aparcamiento y hoy, peatonal en la práctica, se usa para espectáculos, exposiciones al aire libre y desde hace poco como centro lúdico y gastronómico, habiendo abierto restaurantes, cervecerías, snacks, que quieren competir con Martinho da Arcada, el anciano restaurante bajo los soportales, en el ala norte de la plaza, donde aún se espera a Fernando Pessoa, que comió, descansó y escribió en su mesa, que todavía se encuentra vacía, por si regresa. Por cierto, como turístico está bien, pero hay varias docenas de restaurantes que recomendaría antes en Lisboa. Eso sí, visitadlo, ver historia viva, tomar un café. No comáis salvo que seáis verdaderos turistas. Luego, en el ala oriente- la derecha, mirando desde el río- visitad el cuarto de baño más sexi del mundo-ojo, se anuncia así- instalado por Renova, la marca portuguesa de papel higiénico, donde por cincuenta céntimos, además de a lo que se va a un baño público, vereis  una explosión de color, de diseño, de modernidad, exposiciones de arte, es digno de entrar.
La enorme plaza, piedra angular para el diseño de la Baixa, ocupa el lugar donde en tiempos  se erigía el palacio real, destruido, como casi toda la ciudad en el famoso terremoto del día de todos los santos de 1755, y desde ella se se diseñó la reconstrucción de la parte más cercana a la orilla del Tajo por el marqués de Pombal.
Es posible que, estando en Portugal, se tenga la sensación de que, aparte de Vasco de Gama, Pombal, Saramago y Pessoa, no han existido más portugueses. Aviso, no es cierto.
Pombal, el hombre que lleva Portugal a la modernidad, ordena reconstruir la ciudad y en la Baixa se experimenta con construcciones anticipadas a su tiempo, prefabricadas y ensambladas en el sitio para ganar tiempo, traídas de fuera de Lisboa y montadas alrededor de la increíble gayola pombalina, una estructura de madera inspirada en el casco de los barcos para que los edificios, aprovechando la flexibilidad natural de la madera, basculen, pero no caigan. La genial idea, con los arquitectos Carlos Mardel y Manuel de Maia al cargo, bajo la supervisión, el supervisaba TODO en Portugal, de Pombal,permiten la construcción de una ciudad moderna, ortogonal, con edificios iguales y calles que se cortan en ángulo recto, con locales comerciales en los bajos, terrazas en  el primer piso y acabados en buhardillas que hoy, aún, tres siglos después son los que vemos, salvaguardados de los terremotos por tal acierto arquitectónico y que tan característica resulta a los ojos profanos que la vemos.

La Baixa y su trazado rectilíneo. Al fondo el arco triunfal y el Tajo.
 

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