Una vez convocada la huelga, como era previsible, la respuesta de Iberia es tambien previsible. No quiero saber nada.
Además de torearme a lo largo de tres números de teléfono, han llegado a la conclusión de que la huelga está convocada, pero no confirmada. Evidentemente, están negociando y puede desconvocarse o realizarse con el pie en la escalerilla del avión. Así pues, hay que esperar, ya que cambiarte de avión, siempre que no sea gratis es factible. Claro.
Facilidades.Una vez más, me reafirman en mi convicción de que volar con Iberia, no es la mejor opción, habiendo otra.
No es una guía de viajes, o sí, es lo que me gusta y lo que no de lo que veo o me pasa al viajar. Si a alguien le sirve, además de desfogarme yo, me alegro.
viernes, 30 de noviembre de 2012
jueves, 29 de noviembre de 2012
Cuaderno de bitácora. Arcachon
Desde Septiembre, en realidad, desde que ví una hermosa película francesa, pequeñas mentiras sin importancia, que desde aquí, recomiendo vivamente, me enamoré de Cap Ferret, una villa balnearia, típica de vacaciones playeras del Atlántico. Relajada, sofisticada, sin las tonterías de la Costa Azul y, para mí., sobre todo, como he dicho en el Atlántico, me pareció una opción ideal.
Situada en la punta del cabo Ferret, evidentemente, se halla en la bahía de Arcachon, otra de las villas de vacaciones que a finales del siglo XIX y primeros del XX florecieron en Francia, al igual que nuestras San Sebastián o Santander, hasta las que llegaron las modas francesas de los baños de ola o de pasear aspirando los yodados aromas de las brisas del mar, eso sí, sin tomar el sol, que las pieles morenas eran una ordinariez. Como hemos cambiado.
Así pues, investigué, hablé con turismo de Francia y de Aquitania y realicé las pertinentes reservas de avión a Burdeos, coche de alquiler y hotel en Arcachon, ya que las fechas, Diciembre, no eran las más adecuadas para centrarme en explorar unas playas desiertas batidas por el Atlántico invernal, cerca de los cero grados y desiertas o casi.
Ahora me enfrento a la primera dificultad, la posible huelga de Iberia (procuro no volar con ella, pero el único vuelo directo desde Madrid es operado por Air Nostrum ) que una vez más me enfrenta al dilema de volar o usar medios terrestres para viajar. El viaje es en principio corto, como digo, de exploración de un posible destino para vacaciones más largas y el avión parece lo más adecuado, pero entre las esperas de los aeropuertos, los retrasos, las facturaciones de equipaje ( por Dios, quiero volver a llevar un equipaje de mano decente y con líquidos, que Bin Laden ha muerto ) me vuelven a poner en la duda hasta los mil kilómetros. Sumémosle las huelgas, que puedo hasta comprender y apoyar, pero desmerecen la comodidad del vuelo en sí.
Estoy a la espera de la resolución de la convocatoria o no de huelga para ver que hago. Y para seguir hablando de Arcachon, de Cap Ferret y de Burdeos.
Situada en la punta del cabo Ferret, evidentemente, se halla en la bahía de Arcachon, otra de las villas de vacaciones que a finales del siglo XIX y primeros del XX florecieron en Francia, al igual que nuestras San Sebastián o Santander, hasta las que llegaron las modas francesas de los baños de ola o de pasear aspirando los yodados aromas de las brisas del mar, eso sí, sin tomar el sol, que las pieles morenas eran una ordinariez. Como hemos cambiado.
Así pues, investigué, hablé con turismo de Francia y de Aquitania y realicé las pertinentes reservas de avión a Burdeos, coche de alquiler y hotel en Arcachon, ya que las fechas, Diciembre, no eran las más adecuadas para centrarme en explorar unas playas desiertas batidas por el Atlántico invernal, cerca de los cero grados y desiertas o casi.
Ahora me enfrento a la primera dificultad, la posible huelga de Iberia (procuro no volar con ella, pero el único vuelo directo desde Madrid es operado por Air Nostrum ) que una vez más me enfrenta al dilema de volar o usar medios terrestres para viajar. El viaje es en principio corto, como digo, de exploración de un posible destino para vacaciones más largas y el avión parece lo más adecuado, pero entre las esperas de los aeropuertos, los retrasos, las facturaciones de equipaje ( por Dios, quiero volver a llevar un equipaje de mano decente y con líquidos, que Bin Laden ha muerto ) me vuelven a poner en la duda hasta los mil kilómetros. Sumémosle las huelgas, que puedo hasta comprender y apoyar, pero desmerecen la comodidad del vuelo en sí.
Estoy a la espera de la resolución de la convocatoria o no de huelga para ver que hago. Y para seguir hablando de Arcachon, de Cap Ferret y de Burdeos.
martes, 27 de noviembre de 2012
Viena.
En Viena, en diciembre, hace frío. Vaya obviedad.
Sin embargo, y pese a que recuerdo mucho más frío en Praga, y era primavera, es que es verdad. En la excelsa ciudad imperial, hace un frío de chuparse los dedos. Y además, se hace de noche muy pronto, Tanto, que tengo grabada en mi memoria, aquel día en que, al salir de comer del café Einstein, a eso de las tres de la tarde, era noche cerrada. Me impresionó, que le vamos a hacer. Y aún así, viajar a Viena, a toda Austria en estas fechas, o algo más cerca aún de la Navidad es algo que sin duda, no se puede dejar de hacer.
La iluminación, los mercados de Navidad, la nieve, con suerte, el frío, hace que parezca más Navidad. El carácter austríaco, mucho más cercano de lo que solemos pensar, tambien ayuda.
Pasear en esas fechas por el Graben, esa especie de plaza mayor alargada, que ocupa lo que en tiempos fueron las murallas de la ciudad, con sus lujosos edificios y su gente correcta, sin estridencias- al menos de puertas para afuera, dicen que Viena es la capital europea de las mujeres infieles, no sé-imprime un carácter que retrotrae al Imperio. Las iluminación, y me repito, con lámparas como palaciegas, arañas de cristal bajo el cielo negro es una marca en la memoria, una muesca en la culata de nuestra vida.
Fuí con el empeño de comprar una pipa de espuma de mar, esa extraña piedra blanca, que sólo se extrae en una última mina turca ya que, aparte de mi afición a fumar en pipa, me apetecía comprarla en Viena, capital mundial del comercio de las mismas. Después de consultas por varios medios, me dirigí a la tienda de Josef Ostermann, que, fundada en 1811, es un templo para los que disfrutamos con el tabaco.Recibido como en una joyería, que lo parece, por Eva Ostermann, y tras explicarle lo que deseaba, desplegó ante mí una cantidad tal de pipas, que era más difícil elegir que antes. Fuimos seleccionando, por tipo, curvatura, tamaño, precio y tantas variables quieran añadir, hasta llegar a la pipa de espuma de mar que es la joya de la corona en mi colección.Nunca he vuelto a tener la misma sensación al comprar otra, llegué a abrumarme por el servicio, la atención, la curiosidad por cómo había llegado allí, la sensación de ser el único cliente en el mundo al que había que hacer caso. Muy vienés. Como la limpieza, la educación, los tranvías, el amarillo Habsburgo con que pintan los palacios, la tarta Sacher, los cafés- ay, el mélange-o el Wiener Schnitzel, el escalope a la vienesa.
Sin embargo, y pese a que recuerdo mucho más frío en Praga, y era primavera, es que es verdad. En la excelsa ciudad imperial, hace un frío de chuparse los dedos. Y además, se hace de noche muy pronto, Tanto, que tengo grabada en mi memoria, aquel día en que, al salir de comer del café Einstein, a eso de las tres de la tarde, era noche cerrada. Me impresionó, que le vamos a hacer. Y aún así, viajar a Viena, a toda Austria en estas fechas, o algo más cerca aún de la Navidad es algo que sin duda, no se puede dejar de hacer.
La iluminación, los mercados de Navidad, la nieve, con suerte, el frío, hace que parezca más Navidad. El carácter austríaco, mucho más cercano de lo que solemos pensar, tambien ayuda.
Mercado de Navidad. Viena |
Josef Ostermann, la tienda de pipas que adoro. |
jueves, 15 de noviembre de 2012
Y, por supuesto, Lisboa.
Es cara porque situada sobre sus legendarias siete colinas y recostada sobre el Tajo, el espacio que queda no es mucho. Por eso, y para darla un viso más moderno, se han construído barrios, junto a la Expo, contemporáneos, otra Lisboa diferente, activa, futura, de amplias avenidas y jardines, con una estación de tren, la de Oriente-qué hermoso nombre- que rivaliza y desplaza en la tarea de despedir y acoger trenes a la vieja del Rossío, tan bella en su neomanuelino, que evoca aquellos tiempos de metrópoli de un imperio aún naciente en que las carabelas arrumbadas en las playas fluviales-no lo olvidemos, Lisboa, capital de uno de los mayores imperios marítimos de la historia, no tiene mar-partían a la descubierta de tierras, al comercio de especias, a ofrecer a Occidente el conocimiento de la navegación que encontraron en Asia.
LIsboa es un compendio de gentes y costumbres llegadas de todo el país, de sus islas, de las que fueron sus colonias, que se mezclan y dan lugar a un casticismo difícil de describir, único. Lisboa, la descansa y ríe, dicen, mientras Oporto trabaja es una y plural. Tiene un carácter unificador del alfacinha, del lechuguita, por el frugal apetito de los lisboetas, al parecer, frente a otros portugueses y sin embargo, un habitante del Chiado es distinto al de Alfama, como si de distintos países proviniesen y fueran otras sus costumbres y sus usos.
Lisboa es única, bella, evocadora de un pasado glorioso que tiene que volver; sebastianismo, le llaman a eso, volcada al futuro al mismo tiempo y provoca ese sentimiento que hemos querido comparar con la morriña gallega, con la nostalgia y es, sin embargo exclusivo de Portugal, la saudade. Yo la entiendo y la siento. Es una sensación de vacío, de echar de menos aún cuando no te has ido, porque sabes que en algún momento, vas a perder ese momento, esa tierra, esa luz. Es una ciudad inexcusable, no para un fin de semana o un puente, aprovechando que es un extranjero tan cercano, que casi no es extranjero, que nos entienden cuando les hablamos en español, a gritos, para ellos siempre hablamos a gritos, y muchas veces es verdad, y otras les abrumamos con nuestras jotas y nuestras erres, tan ajenas al dulce soniquete de la lengua portuguesa. No, no es para un fin de semana en el que vemos la baixa, compramos pasteles de Belém, por cierto, hay que comprarlos, montamos en un tranvía turístico que nos sube al castillo de San Jorge y paseamos arriba y abajo del Rossío a la plaza del Comercio, el gran hall abierto al río. Hay que verla de noche, dormida o no, oír un fado, vale es un lugar común, pero hay que oírlo, en una tasca o una casa de fados del barrio alto o de Alfama, tomar un vino en el solar del vino de Oporto, antes de ver anochecer frente a San Jorge, un gin tonic en el Pavilhao Chinés, único en el mundo, o así lo creo,discurrir entre portugueses como uno más en el metro, tomar el sol en el jardín de Estrela...
Intentaré transmitir algo que es casi imposible. Porqué amo Lisboa y porqué tantos la amamos.
No sé cuantas veces he estado allí, no sabría contarlas. Al principio, me pareció una ciudad algo sucia, descuidada.Poco a poco, aprendí a encontar en cada desconchón de las paredes, en cada casa descolorida, en cada plaza llena de gatos y señoras con las sillas al fresco, como hace tanto en España, una poesía especial, una belleza marchita, antañona, de gran señora venida a menos que conserva su ajado guardarropas y lo luce convencida de que la elegancia que tuvo aún está ahí, apenas bajo la piel...Y es verdad. Aprendí a apreciar su luz, única, delicada a veces y otras feroz, implacable; su gente, tan de barrio, no, no soy de Santos, soy de Lapa. Pero si los separa una calle. Ya, pero no es lo mismo, su río, ese río, el Tejo, nuestro Tajo que no es nuestro tajo, es su Tejo, ancho, cadencioso en su desembocadura, el mar de paja por su color dorado o intensamente azul en sus mediodías de verano, surcado por veleritos, por trasatlánticos que han hecho de Lisboa una escala en sus derroteros, por los cacilheiros, esos autobuses sobre el agua que traen a la gente de la "outra banda", del sur, de Cacilhas, de Almada, de Barreiro a trabajar a la capital, a esa ciudad que inventó el concepto de universalidad mandando a sus navegantes adescubrir el mundo que aún nos era ignoto, y los devuelven a sus casas, más baratas, asequibles,al caer la tarde.Porque Lisboa es una ciudad cara para los que en ella habitan.
Padrao dos descubrimentos.Al fondo, los Jerónimos.
|
LIsboa es un compendio de gentes y costumbres llegadas de todo el país, de sus islas, de las que fueron sus colonias, que se mezclan y dan lugar a un casticismo difícil de describir, único. Lisboa, la descansa y ríe, dicen, mientras Oporto trabaja es una y plural. Tiene un carácter unificador del alfacinha, del lechuguita, por el frugal apetito de los lisboetas, al parecer, frente a otros portugueses y sin embargo, un habitante del Chiado es distinto al de Alfama, como si de distintos países proviniesen y fueran otras sus costumbres y sus usos.
Lisboa es única, bella, evocadora de un pasado glorioso que tiene que volver; sebastianismo, le llaman a eso, volcada al futuro al mismo tiempo y provoca ese sentimiento que hemos querido comparar con la morriña gallega, con la nostalgia y es, sin embargo exclusivo de Portugal, la saudade. Yo la entiendo y la siento. Es una sensación de vacío, de echar de menos aún cuando no te has ido, porque sabes que en algún momento, vas a perder ese momento, esa tierra, esa luz. Es una ciudad inexcusable, no para un fin de semana o un puente, aprovechando que es un extranjero tan cercano, que casi no es extranjero, que nos entienden cuando les hablamos en español, a gritos, para ellos siempre hablamos a gritos, y muchas veces es verdad, y otras les abrumamos con nuestras jotas y nuestras erres, tan ajenas al dulce soniquete de la lengua portuguesa. No, no es para un fin de semana en el que vemos la baixa, compramos pasteles de Belém, por cierto, hay que comprarlos, montamos en un tranvía turístico que nos sube al castillo de San Jorge y paseamos arriba y abajo del Rossío a la plaza del Comercio, el gran hall abierto al río. Hay que verla de noche, dormida o no, oír un fado, vale es un lugar común, pero hay que oírlo, en una tasca o una casa de fados del barrio alto o de Alfama, tomar un vino en el solar del vino de Oporto, antes de ver anochecer frente a San Jorge, un gin tonic en el Pavilhao Chinés, único en el mundo, o así lo creo,discurrir entre portugueses como uno más en el metro, tomar el sol en el jardín de Estrela...
Intentaré transmitir algo que es casi imposible. Porqué amo Lisboa y porqué tantos la amamos.
miércoles, 14 de noviembre de 2012
Una vista de la marina de Troia. magnífica instalación deportiva en un entorno natural cuidado exquisitamente. Una opción a futuro, aún hay poca construcción. Eso sí, barato no es. Se encuentra frente a Setúbal, separada de esta ciudad por el río Sado. Al fondo, la espectacular sierra de Arrábida, un paraíso.
La naturaleza ha sido generosa alrededor de Sines. Al norte se extiende la mayor playa salvaje de Europa. Cuarenta y siete kilómetros de playa prácticamente virgen, sin urbanizaciones, ni campos de golf, ni aglomeraciones urbanas dignas de tal nombre. Apenas al final, en la península de Troia, en la desembocadura del río Sado, existe una zona urbanizada, no muy densamente, ya que es en general bastante lujosa, chalés y villas, campos de golf, una marina muy interesante y un ferry que nos cruza el río hasta llegar a Setúbal, otra ciudad atractiva y digna de visitas más profundas.
La ciudad está construída sobre un acantilado que domina una bahía, centro pesquero aún hoy importante, destacando la sardina, de calidad legendaria, la dorada, la lubina, el marisco ( centolla, nécora,langosta, buey de mar, langostino, etc) y magníficos peces planos, como el lenguado y el rodaballo.
Además, hoy es un importante puerto comercial, donde destaca la terminal XXI, un puerto de aguas profundas que permite atracar alos barcos post panamá, es decir, aquellos que no caben en el actual canal de Panamá, habiéndose convertido en un puerto de referencia para el transporte marítimo de extremo oriente y para el futuro canal.
A pesar de ello, el pueblo mantiene un ambiente típico y castizo, donde, valga el lugar común, el tiempo transcurre más lentamente.Sus calles empedradas, hoy están siendo adecuadas a los tiempos, sus aceras de calzada portuguesa, transcurren de un lado a otro de un cabo, uniendo el Atlántico que la circunda.
Además, hoy es un importante puerto comercial, donde destaca la terminal XXI, un puerto de aguas profundas que permite atracar alos barcos post panamá, es decir, aquellos que no caben en el actual canal de Panamá, habiéndose convertido en un puerto de referencia para el transporte marítimo de extremo oriente y para el futuro canal.
A pesar de ello, el pueblo mantiene un ambiente típico y castizo, donde, valga el lugar común, el tiempo transcurre más lentamente.Sus calles empedradas, hoy están siendo adecuadas a los tiempos, sus aceras de calzada portuguesa, transcurren de un lado a otro de un cabo, uniendo el Atlántico que la circunda.
martes, 13 de noviembre de 2012
Sines es una desconocida. Portugal está repleto de lugares maravillosos, de costas salvajes, de tradiciones antiguas, de modernidad desbocada, y además de algunos lugares que, por fortuna, aún se mantienen poco hollados por el turismo de masas, a pesar de ser un blanco perfecto para ello.
Sines, que este mes de Noviembre cumple 650 años de su carta foral es el lugar de nacimiento de Vasco de Gama, cuyo padre era alcalde. El gran navegante portugués, verdadero icono de la ciudad y del país entero es recordado ante el castillo donde su padre ostentaba su cargo y junto a la iglesia mayor de la ciudad.
Sines, que este mes de Noviembre cumple 650 años de su carta foral es el lugar de nacimiento de Vasco de Gama, cuyo padre era alcalde. El gran navegante portugués, verdadero icono de la ciudad y del país entero es recordado ante el castillo donde su padre ostentaba su cargo y junto a la iglesia mayor de la ciudad.
No hay puestas de sol como las de Porto Covo, al menos para mí.Ver ponerse el sol en el mar, dorando el cielo, la última luz del continente europeo...Me gusta sentarme en un banco, sobre un acantilado, encender una pipa y esperar al rayo verde, ese último momento de luz, que, por cierto, nunca veo, y dejar que la penumbra me envuelva.
Viajar es uno de los grandes placeres de la vida. Al menos para mí.
Quiero compartir aquello que me dejó huella de una u otra forma en ellos, aunque no sean grandes aventuras o experiencias. Siempre dejan un regusto, a veces dulce, a veces no tanto, pero marcan.
Ojalá a alguien le guste y pueda ser de utilidad
Quiero compartir aquello que me dejó huella de una u otra forma en ellos, aunque no sean grandes aventuras o experiencias. Siempre dejan un regusto, a veces dulce, a veces no tanto, pero marcan.
Ojalá a alguien le guste y pueda ser de utilidad
Suscribirse a:
Entradas (Atom)