En Viena, en diciembre, hace frío. Vaya obviedad.
Sin embargo, y pese a que recuerdo mucho más frío en Praga, y era primavera, es que es verdad. En la excelsa ciudad imperial, hace un frío de chuparse los dedos. Y además, se hace de noche muy pronto, Tanto, que tengo grabada en mi memoria, aquel día en que, al salir de comer del café Einstein, a eso de las tres de la tarde, era noche cerrada. Me impresionó, que le vamos a hacer. Y aún así, viajar a Viena, a toda Austria en estas fechas, o algo más cerca aún de la Navidad es algo que sin duda, no se puede dejar de hacer.
La iluminación, los mercados de Navidad, la nieve, con suerte, el frío, hace que parezca más Navidad. El carácter austríaco, mucho más cercano de lo que solemos pensar, tambien ayuda.
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Mercado de Navidad. Viena |
Pasear en esas fechas por el Graben, esa especie de plaza mayor alargada, que ocupa lo que en tiempos fueron las murallas de la ciudad, con sus lujosos edificios y su gente correcta, sin estridencias- al menos de puertas para afuera, dicen que Viena es la capital europea de las mujeres infieles, no sé-imprime un carácter que retrotrae al Imperio. Las iluminación, y me repito, con lámparas como palaciegas, arañas de cristal bajo el cielo negro es una marca en la memoria, una muesca en la culata de nuestra vida.
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Josef Ostermann, la tienda de pipas que adoro. |
Fuí con el empeño de comprar una pipa de espuma de mar, esa extraña piedra blanca, que sólo se extrae en una última mina turca ya que, aparte de mi afición a fumar en pipa, me apetecía comprarla en Viena, capital mundial del comercio de las mismas. Después de consultas por varios medios, me dirigí a la tienda de Josef Ostermann, que, fundada en 1811, es un templo para los que disfrutamos con el tabaco.Recibido como en una joyería, que lo parece, por Eva Ostermann, y tras explicarle lo que deseaba, desplegó ante mí una cantidad tal de pipas, que era más difícil elegir que antes. Fuimos seleccionando, por tipo, curvatura, tamaño, precio y tantas variables quieran añadir, hasta llegar a la pipa de espuma de mar que es la joya de la corona en mi colección.Nunca he vuelto a tener la misma sensación al comprar otra, llegué a abrumarme por el servicio, la atención, la curiosidad por cómo había llegado allí, la sensación de ser el único cliente en el mundo al que había que hacer caso. Muy vienés. Como la limpieza, la educación, los tranvías, el amarillo Habsburgo con que pintan los palacios, la tarta Sacher, los cafés- ay, el mélange-o el Wiener Schnitzel, el escalope a la vienesa.
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