No hay puestas de sol como las de Porto Covo, al menos para mí.Ver ponerse el sol en el mar, dorando el cielo, la última luz del continente europeo...Me gusta sentarme en un banco, sobre un acantilado, encender una pipa y esperar al rayo verde, ese último momento de luz, que, por cierto, nunca veo, y dejar que la penumbra me envuelva.
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